Se dice que el concepto de participación en la dirección de organizaciones, programas y proyectos sociales nace a partir del fracaso del tradicional sistema de políticas “top-down” en países en vías de desarrollo (Brett, 2003). Entendido como un concepto flexible, la participación ha sido estudiada como un medio, como un fin, y como un constructo a través del cual conseguir un sinfín de propósitos, incluyendo derechos humanos, transparencia y capital social (Adams, 1984; Putnam et al. 1994; Brinkerhoff, 1999). Asimismo, se ha argumentado que la participación ofrece un mejor entendimiento de las necesidades locales y permite promover el empoderamiento, los procesos sustentables y el desarrollo comunitario (Pilisuk, 1996; Brett, 2003).
Sin embargo, desde el mismo mundo académico también se ha criticado el tipo de empoderamiento que se estaría promoviendo, argumentándose que la participación despolitiza los procesos de desarrollo incorporando a individuos marginados en proyectos donde éstos no cuentan con el espacio para discutir o proponer visiones alternativas de desarrollo (Henkel y Stirrat, 2001; Kothari, 2001). Por otro lado, cuando el desarrollo participativo privilegia ‘la comunidad’ o ‘lo local’ como el lugar donde ocurre el proceso de empoderamiento, se corre el riesgo de idealizar a las comunidades como un espacio homogéneo donde no existen problemas internos (Mohan, 2001), generando un velo que cubre estructuras represivas (por ejemplo de género o de clase) y desviando la atención de las macro relaciones de poder que serían las verdaderas causantes de los problemas del desarrollo (Mohan y Stokke, 2000).
Las limitaciones de estas críticas a la participación estarían condicionadas por lo que Cowen y Shenton (1996) identifican como el debate entre la mirada inminente e inmanente del desarrollo; es decir, el desarrollo visto como un sistema de intervenciones tecnocráticas y específicas, o bien como un proceso histórico de cambio social, y la tendencia dentro de los estudios del desarrollo de despolitizar el debate y comulgar mayoritariamente con la primera opción (Hickey y Mohan, 2004). Para Bebbington (2004) si el objetivo a alcanzar por los procesos participativos apunta a cualquier forma de cambio o inclusión social, entonces un análisis político que estudie el paradigma económico del capitalismo y el contexto social actual resulta indispensable.
Ligar el concepto de participación a la esfera política significa repensar las formas en que la participación ha sido entendida en el contexto del desarrollo. Así lo entiende Gaventa (2004), quien utiliza el concepto de ‘ciudadanía participativa’ para extender la idea de participación a un derecho político y no entenderla simplemente como una invitación ofrecida a los beneficiarios de un programa o proyecto en particular. Y si bien el autor entiende que incluso versiones liberales han entendido antes la participación política como un derecho, es mediante la inclusión de la participación en la vida social y económica, que los derechos sociales son ´re-politizados’ mediante la reorganización de los ciudadanos como ‘creadores activos’, en oposición a la pasividad con que antes fueron caracterizados. De esta manera, si la participación se entiende como un derecho político que puede ser reclamado por los marginados de siempre, entonces se puede llegar a constituir como un medio que trascienda el debate entre lo inminente y lo inmanente del desarrollo participativo, apuntando a políticas de inclusión que estructuren la acción popular más allá de determinadas intervenciones específicas propias de la lógica capitalista (Hickey y Mohan, 2004).
En conclusión, los procesos participativos tenderán a ser más exitosos en la medida en que se vinculen al desarrollo como un proceso inmanente, donde se busque asegurar la ‘ciudadanía participativa’ como un derecho político para los grupos más marginados de la sociedad, y como parte de un proyecto político más radical, capaz de desafiar las lógicas de poder existentes. Así y todo, para entender las posibilidades reales de las políticas participativas, convendría no ser ni demasiado ingenuo idealizando la participación; ni demasiado crítico, negando su importancia. El desafío, al contrario, estaría en entender esa dualidad inherente a los procesos participativos (llenos de contradicciones y oportunidades) y utilizarla para identificar y desarrollar un cambio social viable y significativo.
Juan Pablo Winter – Coordinador de Políticas Públicas y Participación
Bibliografía:
- Adams, R. (1984) Participation today, The Industrial Participation Association, UK.
- Bebbington, A. (2004). ‘Theorizing participation and institutional change: ethnography and political economy’ en S. Hickey and G. Mohan (eds.), Participation: From tyranny to transformation (London: Zed Books), 278-283.
- Brett, E. A. (2003) ‘Participation and accountability in development management’, Journal of Development Studies, 40(2), pp. 1–29.
- Brinckerhoff, D. (1999). ‘Exploring State-Civil Society Collaboration: Policy Partnership in Developing Countries’. Nonprofit and Voluntary Sector Quarterly, 28 (4), pp. 59-86.
- Cowen, M., y Shenton, R. (1996) Doctrines of development, London: Routledge.
- Gaventa, J. (2004). ‘Towards participatory governance: assessing the transformative possibilities en S. Hickey and G. Mohan (eds.), Participation: From tyranny to transformation (London: Zed Books), 25-41.
- Henkel, H., y Stirrat, R. (2001). ‘Participation as spiritual duty; empowerment as secular subjection’, en B. Cooke and U. Kothari (eds.), Participation: The new tyranny (London: Zed Books), 168-184.
- Hickey, S., y Mohan, G. (2004). ‘Towards participation as transformation: critical themes and challenges’ en S. Hickey and G. Mohan (eds.), Participation: From tyranny to transformation (London: Zed Books), 3-24.
- Kothari, U. (2001). ‘Power, knowledge and social control in participatory development’, en B. Cooke and U. Kothari (eds.), Participation: The new tyranny (London: Zed Books), 139-152.
- Mohan, G. (2006). ‘Beyond participation: strategies for deeper empowerment’, en B. Cooke and U. Kothari (eds.), Participation: The new tyranny (London: Zed Books), 153-167.
- Mohan, G., y Stokke, K. (2000). Participatory development and empowerment: the dangers of localism. Third world quarterly, 21 (2), 247-268.
- Pilisuk, M. (1996) ‘Coming Together for Action: The Challenge of Contemporary Grassroots Community Organizing’, Journal of Social Issues, 52(1), pp. 15–37.
- Putnam, R. D., Leonardi, R., and Nanetti, R. Y. (1994). Making democracy work: Civic traditions in modern Italy. Princeton University Press.